La herencia genética de la Edad de Piedra protege contra las enfermedades inflamatorias intestinales crónicas actuales
Cómo aprender de la naturaleza para nuevas terapias
Sólo en Europa, aproximadamente dos millones de personas padecen enfermedades inflamatorias intestinales crónicas (EII), y su incidencia no ha dejado de aumentar en las últimas décadas. Sin embargo, una pequeña proporción de la población europea es portadora de una variante genética que proporciona protección natural contra la EII. Un estudio publicado recientemente en la revista internacional eBioMedicine explora cómo puede aprovecharse esta variante protectora para desarrollar terapias modernas, demostrando el potencial de la medicina evolutiva para abordar las enfermedades crónicas de la era moderna.
El estudio, dirigido por el Instituto de Biología Molecular Clínica (IKMB) de la Universidad de Kiel, reunió a investigadores de genética, medicina y arqueología. "Hemos demostrado que esta variante genética, que ofrece protección contra las enfermedades inflamatorias intestinales, era prevalente entre los primeros agricultores sedentarios de Anatolia y se introdujo en Europa a través de antiguos movimientos migratorios", explica el Prof. Dr. Ben Krause-Kyora, del IKMB, autor principal del estudio.
El estudio, financiado en el marco de los grupos de excelencia ROOTS y "Medicina de precisión para enfermedades inflamatorias crónicas" (PMI), analizó datos genéticos de 251 genomas humanos de los últimos 14.000 años de Europa y Anatolia. Los investigadores se centraron específicamente en el gen IL23R, que desempeña un papel clave en la regulación inmunitaria.
"Aún se desconocen las causas exactas de las enfermedades inflamatorias intestinales crónicas. Sin embargo, investigaciones anteriores han demostrado que las fuertes respuestas inmunitarias reguladas por IL23R están estrechamente relacionadas con estas afecciones. Una función reducida de esta vía parece proporcionar protección contra la inflamación crónica", explica el profesor Krause-Kyora.
La variante de IL23R examinada en el estudio modera la respuesta inmunitaria, evitando una inflamación excesiva sin comprometer la función inmunitaria general. Como resultado, los individuos portadores de esta variante genética permanecen en gran medida protegidos frente a las infecciones. "Es una situación en la que el organismo sale ganando", afirma el coautor Prof. Dr. Dr. Stefan Schreiber, portavoz de PMI y socio clínico del equipo de investigación como gastroenterólogo del Centro Médico Universitario Schleswig-Holstein.
Hace unos 10.000-12.000 años, aproximadamente el 18% de los individuos de las comunidades agrícolas de Anatolia eran portadores de esta variante genética. El cambio de un estilo de vida paleolítico de caza y recolección a la agricultura neolítica probablemente desencadenó reacciones inflamatorias más frecuentes en los individuos. La hipótesis de los investigadores es que la variante IL23R proporcionaba protección contra este estado inflamatorio elevado, mejorando la supervivencia de los primeros agricultores neolíticos. Esto podría explicar su elevada prevalencia en las primeras sociedades agrarias.
A partir del Neolítico, los movimientos migratorios extendieron gradualmente la variante IL23R por toda Europa durante los últimos 8.000 años. La posterior mezcla de poblaciones dio lugar a su mayor prevalencia en el suroeste de Europa y a la menor en el noreste. Curiosamente, esta distribución refleja la prevalencia regional de la EII, que es más común en el norte y el este de Europa. En la actualidad, aproximadamente el cinco por ciento de la población europea sigue siendo portadora de la variante.
El estudio arroja luz sobre la historia de una variante genética que sigue teniendo importancia médica en la actualidad. "Ahora entendemos por qué una función reducida de IL23R proporciona protección contra las afecciones inflamatorias. El mecanismo por el que esta variante previene las enfermedades inflamatorias intestinales crónicas se ha aplicado recientemente en el desarrollo de medicamentos contra la EII. Estos tratamientos se consideran muy eficaces y con efectos secundarios mínimos. Este ejemplo ilustra cómo podemos inspirarnos en la naturaleza para desarrollar nuevas terapias", afirma Stefan Schreiber.
Instituciones participantes en el estudio:
- Instituto de Biología Molecular Clínica de la Universidad de Kiel
- Centro de Investigación Borstel
- Universidad de Lübeck
- Instituto de Informática Médica y Estadística de la Universidad de Kiel
- Departamento de Ingeniería Alimentaria del Instituto de Tecnología de Esmirna (Turquía)
- Departamento de Medicina Interna I, Centro Médico Universitario Schleswig-Holstein, Campus Kiel
- Consorcio de Enfermedades de la Civilización Arqueológica (ACDC)
Nota: Este artículo ha sido traducido utilizando un sistema informático sin intervención humana. LUMITOS ofrece estas traducciones automáticas para presentar una gama más amplia de noticias de actualidad. Como este artículo ha sido traducido con traducción automática, es posible que contenga errores de vocabulario, sintaxis o gramática. El artículo original en Inglés se puede encontrar aquí.
Publicación original
Ben Krause-Kyora, Nicolas Antonio da Silva, Elif Kaplan, Daniel Kolbe, Sabine Schade-Lindig, Joachim Wahl, Carola Berszin, Michael Francken, Irina Görner, Kerstin Schierhold, Joachim Pechtl, Gisela Grupe, Johannes Müller, Inken Wohlers, Hauke Busch, David Ellinghaus, Amke Caliebe, Efe Sezgin, Almut Nebel, Stefan Schreiber; "Neolithic introgression of IL23R-related protection against chronic inflammatory bowel diseases in modern Europeans"; eBioMedicine, Volume 113