Detección de enfermedades mentales: un acto de equilibrio
¿Cuál es la mejor manera de llegar a las personas que necesitan tratamiento?
En Austria, casi uno de cada cinco adultos padece al menos una enfermedad mental al año. Los problemas de salud mental más comunes son la depresión (diez por ciento), los trastornos de ansiedad (siete por ciento) y el consumo nocivo de sustancias o la adicción (alrededor del doce por ciento). En general, los desempleados, las personas con problemas económicos y las que cuidan de un familiar enfermo tienen más probabilidades de verse afectados. Por ello, el Instituto Austriaco de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (AIHTA) estudia en su informe si el cribado de las enfermedades mentales en adultos podría implantarse en el ámbito de la atención primaria, y de qué manera.
Elevado número de casos no declarados
Esto es aún más cierto si se tiene en cuenta el gran número de casos no notificados de personas que padecen enfermedades mentales y no buscan ayuda. La situación del estudio ofrece múltiples indicios de ello: Los datos de Austria y Alemania muestran que alrededor del 60% de las personas con enfermedades mentales no buscan ningún tipo de ayuda. Pero, ¿cuál es la mejor manera de llegar a las personas que necesitan tratamiento?
El objetivo del cribado es identificar a las personas que padecen determinadas afecciones pero aún no lo saben o tienen predisposición a ello. En lo que respecta a las enfermedades mentales, esto significa también "reconocer precozmente los síntomas físicos que pueden indicar una enfermedad mental", explica Julia Kern, autora principal del informe e investigadora asociada de la AIHTA. Insomnio, fatiga, desgana: los pacientes suelen quejarse de síntomas somáticos sin pensar en un problema de salud mental. El médico de cabecera suele ser el primero al que acuden. Por tanto, sería lógico establecer un programa de detección adecuado en la atención primaria.
El cribado: algo más que una prueba
Sin embargo, la puesta en marcha de un programa de salud de este tipo tendría que plantearse de forma global. Ello se debe a que: "El cribado de las enfermedades mentales no debe considerarse nunca como una simple prueba que se realiza, por ejemplo, en el marco de un chequeo médico", afirma Kern. Estudios internacionales han demostrado la precisión de las pruebas, que suelen consistir en cuestionarios para los pacientes. Sin embargo, este enfoque se queda corto. Kern: "Se trata de trazar y aplicar todo el proceso de cribado". Esto empieza con la definición del objetivo que debe alcanzarse, incluye la gestión de las invitaciones y, por tanto, la definición de los grupos de personas que deben someterse al cribado, y continúa con la organización de las opciones de tratamiento en caso necesario.
Pros y contras del cribado
En 2020, no se recomendó ningún cribado formal de la depresión en el marco de la revisión del examen periódico de salud austriaco (VU), en parte debido a la duración de la prueba y a las limitadas opciones terapéuticas para las personas con depresión leve. También existía el temor a una prescripción adicional innecesaria de psicofármacos. Inanna Reinsperger, directora de proyectos de AIHTA, añade: "Los daños potenciales del cribado generalizado van desde pruebas innecesarias y tiempos de espera más largos para el diagnóstico y el tratamiento con un elevado número de resultados falsos positivos, hasta diagnósticos retrasados para las personas con resultados falsos negativos, así como sobrediagnóstico y tratamiento." Si no hay suficientes plazas de tratamiento disponibles, es probable que aumenten los tiempos de espera para los afectados. Otro reto se refiere a la aceptación de la VU como escenario para este tipo de cribado. Esto se debe a que: "En la actualidad, sólo alrededor del doce por ciento de las personas participan cada año, y las personas con enfermedades mentales tienden a hacerlo incluso con menos frecuencia", señalan los autores.
Al analizar nueve revisiones sistemáticas internacionales y 28 directrices sobre este tema, surgió el siguiente panorama: Las pruebas a favor del cribado de enfermedades mentales en toda la población son escasas. Al mismo tiempo, hay una serie de pruebas de eficacia probada y directrices basadas en la evidencia que recomiendan el cribado, sobre todo para grupos específicos de personas y pacientes. "También examinamos las directrices para enfermedades físicas como la insuficiencia cardíaca, la diabetes y el cáncer. En ellas se afirma que las personas afectadas también deben someterse a cribados periódicos para detectar enfermedades mentales como la depresión o los trastornos de ansiedad", afirma Reinsperger. Esta dirección podría seguir estudiándose. "El cribado en grupos con enfermedades específicas basado en las recomendaciones de las directrices correspondientes sería concebible en atención primaria".
Alternativas al cribado: promover la desestigmatización
Sin embargo, los autores proponen examinar posibles alternativas a un programa de cribado para empezar. Reinsperger: "El objetivo primordial debe ser minimizar el sufrimiento causado por las enfermedades mentales. Se trata de encontrar el método más sensato que también resista un análisis de costes y beneficios". El campo problemático es amplio: un primer paso podría ser ampliar el número de plazas de terapia disponibles y las ayudas económicas a los afectados. Otra propuesta concreta de la AIHTA se refiere a la educación e información exhaustivas del público. "Hay que hacer todo lo que contribuya a desestigmatizar. Las enfermedades mentales siguen siendo un tabú", afirma Kern. También hay desconocimiento de los posibles síntomas y de dónde obtener ayuda. También hay margen de maniobra a la hora de elegir tratamiento. Kern: "Dependiendo de la gravedad de la enfermedad, es importante considerar también formas de terapia más ligeras y breves". Reinsperger añade: "Es necesario que haya vías claramente definidas para saber qué diagnóstico lleva a qué tratamiento. Queda mucho por hacer".
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Publicación original
Kern, J., Reinsperger, I. und Hofer, V. (2024): Screening auf psychische Erkrankungen bei Erwachsenen in der Primärversorgung. HTA-Projektbericht 159