Más cerebro que rasgo: descifrar las vías neuronales de la curiosidad
El descubrimiento arroja nueva luz sobre la base biológica de la curiosidad humana y podría tener implicaciones de gran alcance para la comprensión y el tratamiento de enfermedades
Científicos del Instituto Leibniz de Neurobiología (LIN) de Magdeburgo han podido demostrar por primera vez un circuito neuronal entre dos regiones clave del cerebro del que hasta ahora sólo se sospechaba. Existe un equilibrio dinámico entre estas dos zonas del cerebro que determina si prevalece el miedo a la novedad o su atracción. El circuito recién descubierto transmite el impulso de explorar el entorno y, por tanto, de perseguir la curiosidad.
Este descubrimiento arroja nueva luz sobre la base biológica de la curiosidad humana y podría tener implicaciones de gran alcance para la comprensión y el tratamiento de enfermedades que limitan la capacidad y la motivación para buscar y procesar nueva información. Entre ellas figuran enfermedades mentales como la depresión, la esquizofrenia, los trastornos del espectro autista y los trastornos del aprendizaje.
El presente estudio se centra en la interacción entre el tabique medial, un área que sirve de interfaz entre las emociones, la memoria y las funciones fisiológicas no voluntarias, y el área tegmental ventral, que desempeña un papel crucial en lo que respecta a la recompensa y la motivación. La interacción de estas dos áreas cerebrales impulsa al organismo a explorar el entorno, incluso cuando no existe una necesidad o recompensa inmediata. Esta búsqueda no dirigida de información, es decir, la curiosidad, tiene un importante significado evolutivo, ya que el conocimiento del entorno aumenta la probabilidad de supervivencia.
Utilizando métodos optogenéticos en ratones, es decir, la activación y desactivación selectivas de un circuito neuronal, la Dra. Petra Mocellin y su equipo pudieron observar cómo la actividad de las células nerviosas impulsa la curiosidad, mientras que se inhibe cuando el circuito está inactivo.
El equipo del Departamento de Neurociencia Celular del LIN fue capaz de desencadenar precisamente este comportamiento exploratorio impulsado por la curiosidad en ratones. Los ratones en los que se activó este circuito mostraron un interés significativamente mayor por entornos desconocidos y potencialmente inductores de miedo. Para identificarlo, los científicos utilizaron inteligencia artificial, que analizó el comportamiento de los ratones mejor de lo que podría hacerlo cualquier ser humano. El LIN investiga ahora cómo pueden aplicarse estos hallazgos a los seres humanos y a la sociedad.
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