Se encuentra una nueva diana para las terapias contra el Alzheimer
Los investigadores descubren la relación entre la proteína medina y la enfermedad de Alzheimer
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Medin pertenece al grupo de los amiloides. De estas proteínas, la amiloide-β es más conocida porque se aglutina en el cerebro de los enfermos de Alzheimer. Estos agregados se depositan entonces como las llamadas placas directamente en el tejido cerebral, pero también en sus vasos sanguíneos, dañando así las células nerviosas y los vasos sanguíneos, respectivamente. Pero mientras muchos estudios se han centrado en el amiloide-β, la medina no ha sido objeto de interés. "Había pocas pruebas de patología, es decir, de un hallazgo clínicamente llamativo asociado a la medina, y eso suele ser el requisito previo para un estudio más profundo de un amiloide", explica Jonas Neher.
Sin embargo, la medina se encuentra en los vasos sanguíneos de casi todas las personas mayores de 50 años, lo que la convierte en el amiloide más común conocido. Con su equipo, Jonas Neher descubrió originalmente que la medina se desarrolla incluso en ratones que envejecen, y comunicó este descubrimiento hace dos años en la revista científica PNAS. Cuanto más envejecen los ratones, más medina se acumula en los vasos sanguíneos de sus cerebros, fue el hallazgo de entonces. Es más, cuando el cerebro se activa y provoca un aumento del suministro de sangre, los vasos con depósitos de medina se expanden más lentamente que los que no tienen medina. Sin embargo, esta capacidad de expansión de los vasos sanguíneos es importante para suministrar oxígeno y nutrientes al cerebro de forma óptima.
Para sus últimos resultados, los investigadores partieron de esta base y estudiaron específicamente la enfermedad de Alzheimer. En primer lugar, pudieron demostrar en modelos de ratón con Alzheimer que la medina se acumula aún más en los vasos sanguíneos del cerebro si también hay depósitos de amiloide-β. Lo más importante es que estos resultados se confirmaron cuando se analizó el tejido cerebral de donantes de órganos con demencia de Alzheimer. Sin embargo, cuando se modificaron genéticamente los ratones para evitar la formación de medina, se desarrollaron muchos menos depósitos de amiloide-β y, en consecuencia, se produjeron menos daños en los vasos sanguíneos.
"Sólo hay un puñado de grupos de investigación en todo el mundo que trabajen sobre la medina", afirma Jonas Neher. Recientemente, un estudio de Estados Unidos informó de que los niveles de medina pueden aumentar en los pacientes de Alzheimer. Sin embargo, no estaba claro si este aumento es sólo una consecuencia de la enfermedad o si es una de las causas. "Ahora hemos podido demostrar a través de muchos experimentos que la medina realmente promueve la patología vascular en modelos de Alzheimer", dijo Neher. Así pues, los depósitos de medina son efectivamente una causa de daño en los vasos sanguíneos. "Y esto indica que la medina es una de las causas de la enfermedad", dijo Neher.
En sus estudios, los investigadores tiñeron secciones de tejido tanto de ratones como de pacientes de Alzheimer de forma que se hicieran visibles proteínas específicas. Esto les permitió demostrar que la medina y el amiloide-β se depositan juntos en los vasos sanguíneos del cerebro - el término técnico para esto es co-localización. En un siguiente paso, pudieron demostrar que estos dos amiloides también se co-agrupan, es decir, forman depósitos mixtos. "Sorprendentemente, la medina interactúa directamente con el amiloide-β y favorece su agregación, algo que se desconocía por completo", resume Jonas Neher los resultados.
Precisamente de esta idea los investigadores extraen la esperanza de desarrollar un nuevo tratamiento. "La medina podría ser una diana terapéutica para prevenir el daño vascular y el deterioro cognitivo resultante de la acumulación de amiloide en los vasos sanguíneos del cerebro", concluyen. Es indiscutible entre los expertos que, además de los agregados de amiloide-β en el tejido cerebral, el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer también se ve favorecido por las alteraciones vasculares, es decir, la reducción de la función o el daño de los vasos sanguíneos. Por lo tanto, los tratamientos dirigidos no sólo a las placas sino también a los vasos sanguíneos afectados podrían ayudar a los pacientes.
En un siguiente paso, habrá que determinar si los agregados de medina pueden eliminarse terapéuticamente y si esta intervención tiene realmente un efecto sobre el rendimiento cognitivo. Los científicos quieren probarlo primero en modelos de ratón, porque éstos reflejan muy bien los cambios patológicos de los pacientes de Alzheimer.
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