Las pruebas genéticas antes del embarazo detectan hasta la mitad del riesgo
¿Los futuros padres corren el riesgo genético de padecer enfermedades graves que podrían transmitir a sus hijos?
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El uso de biomarcadores y pruebas genéticas durante el embarazo está ahora muy extendido. Pero, ¿qué pasaría si se analizaran ampliamente los genes de ambos padres para detectar posibles riesgos antes de la concepción? ¿Existen enfermedades hereditarias raras en el genoma que el padre y/o la madre portan sin saberlo? Si ambos progenitores tienen el mismo defecto genético en sus genes y ambos se lo transmiten a su hijo, a menudo esto provocará que el niño tenga una enfermedad grave.
En muchas partes de EE.UU. se ofrecen amplias pruebas genéticas a los futuros padres y suelen recomendarse también al principio del embarazo. Las pruebas indican predominantemente los genes de herencia recesiva que no son específicos del género, es decir, aquellos que sólo tienen efecto si ambas copias del gen son portadoras de una mutación. Los genes recesivos del cromosoma X son un caso especial, ya que las madres sanas pueden transmitir este gen a sus hijos. Sin embargo, normalmente sólo los hijos varones sufren las consecuencias de esta mutación, ya que sólo llevan un cromosoma X y, por tanto, no disponen de una segunda copia del gen para compensar el defecto.
Más de 3.000 factores hereditarios analizados
¿Cumplen estas pruebas genéticas de factores de riesgo hereditarios lo que prometen? Anita Rauch, directora de genética médica de la Universidad de Zúrich, y su equipo en Suiza han abordado por primera vez esta cuestión estudiando exhaustivamente el potencial y los escollos de este cribado ampliado de portadores (ECS). Para ello, los científicos analizaron los datos de las secuencias de 700 padres que ya tenían hijos con trastornos del neurodesarrollo. Muchos de los más de 3.000 genes investigados pueden causar discapacidades intelectuales, trastornos del desarrollo, autismo y otros trastornos.
"En nuestro estudio pudimos demostrar que este tipo de pruebas genéticas amplias pueden detectar el riesgo de que el niño sufra un trastorno grave del desarrollo en aproximadamente el 44 por ciento de los casos si los padres están emparentados por sangre, por ejemplo como primos hermanos o segundos", dice Anita Rauch. En algunos grupos de población esto es bastante común, por ejemplo en Oriente Medio o el norte de África.
Lagunas en la detección del riesgo, sobre todo en las parejas no consanguíneas
La prueba sigue detectando alrededor del 5% de los casos en parejas no consanguíneas, pero sólo si se investigan todos los genes recesivos conocidos. Sin embargo, según las recomendaciones de EE.UU., las parejas no consanguíneas sólo deben someterse a la prueba de los genes comunes que se sabe que tienen una determinada frecuencia de portadores en la población. "Seguir la recomendación de EE.UU. reduciría a más de la mitad la tasa de detección del riesgo, ya que aquí también intervienen genes más raros", explica Rauch.
En el caso de los hijos de parejas no consanguíneas, una proporción significativamente mayor de los trastornos del desarrollo está causada por mutaciones de novo no hereditarias, mientras que en los hijos de padres emparentados entre sí los defectos genéticos hereditarios desempeñan un papel claramente mayor. Por este motivo, los investigadores afirman que la probabilidad de detectar riesgos mediante el análisis de los genes de los padres es limitada en el caso de las parejas no consanguíneas.
Muchos genes patógenos siguen sin detectarse
Hay otros factores que también influyen en el potencial de estas pruebas para detectar variantes genéticas problemáticas en genes patógenos conocidos: en particular, se han subestimado las mutaciones genéticas de sentido erróneo, en las que el esquema genético puede estar alterado o no, y las variantes heredadas de número de copias, en las que el número de copias del gen es incorrecto. Los casos que no pueden detectarse son, por lo general, aquellos en los que se produce al mismo tiempo un defecto genético heredado y otro recién adquirido.
Además, es probable que haya varios miles de genes aún no identificados que probablemente también causen trastornos del desarrollo. Por ejemplo, en la cohorte del estudio investigado, la causa del trastorno del desarrollo en los respectivos niños seguía sin explicarse en aproximadamente el 58% de los casos.
Decisión consciente a favor o en contra de los niños
No obstante, según los investigadores, el estudio aporta datos sobre la importancia del cribado ampliado de portadores. Basándose en la elevada tasa de detección de riesgos en el caso de los padres consanguíneos, los investigadores creen que este cribado debería ofrecerse sin duda a estas parejas. En todos los demás casos, los beneficios y las desventajas deberían sopesarse caso por caso para evitar crear expectativas poco realistas. "Si se descubre que una pareja corre el riesgo de tener hijos con trastornos del neurodesarrollo, será plenamente consciente y podrá decidir si quiere tener hijos juntos o no, o si considera la posibilidad de realizar un diagnóstico prenatal o de preimplantación", afirma Rauch.
Sin embargo, los resultados también muestran que la reducción potencial del riesgo depende en gran medida de los genes seleccionados y de las clasificaciones de las variantes en la prueba. Según Rauch, todavía hay potencial de mejora en las pruebas que se ofrecen actualmente: "Para mejorar el beneficio clínico, todas las parejas que quieran un test genético amplio deberían considerar el cribado de todos los genes recesivos, independientemente de la prevalencia poblacional de una variante genética. Los laboratorios también deberían utilizar umbrales razonables respecto a cuándo un defecto genético se considera patógeno."
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