Sacar el cerebro a pasear
Un estudio reciente demuestra que pasar tiempo al aire libre tiene un efecto positivo en nuestro cerebro
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Durante la pandemia de Corona, los paseos se convirtieron en un pasatiempo popular y habitual. Un estudio neurocientífico sugiere que este hábito tiene un buen efecto no sólo en nuestro bienestar general, sino también en nuestra estructura cerebral. Demuestra que el cerebro humano se beneficia incluso de breves estancias al aire libre. Hasta ahora se suponía que el entorno sólo nos afectaba durante periodos de tiempo más largos.
Los investigadores examinaron periódicamente a seis habitantes de la ciudad, sanos y de mediana edad, durante seis meses. En total, se tomaron más de 280 escaneos de sus cerebros mediante resonancia magnética (MRI). El estudio se centró en el comportamiento autodeclarado durante las últimas 24 horas y, en particular, en las horas que los participantes pasaron al aire libre antes de las imágenes. Además, se les preguntó sobre la ingesta de líquidos, el consumo de bebidas con cafeína, la cantidad de tiempo que habían pasado al aire libre y la actividad física, con el fin de ver si estos factores alteraban la asociación entre el tiempo pasado al aire libre y el cerebro. Para poder incluir las diferencias estacionales, también se tuvo en cuenta la duración del sol en el periodo de estudio.
Relacionada positivamente con la materia gris
Los escáneres cerebrales muestran que el tiempo que los participantes pasaban al aire libre estaba positivamente relacionado con la materia gris en el córtex dorsolateral-prefrontal derecho, que es la parte superior (dorsal) y lateral del lóbulo frontal de la corteza cerebral. Esta parte de la corteza está implicada en la planificación y regulación de las acciones, así como en lo que se denomina control cognitivo. Además, se sabe que muchos trastornos psiquiátricos están asociados a una reducción de la materia gris en la zona prefrontal del cerebro.
Los resultados persistieron incluso cuando se mantuvieron constantes los demás factores que también podrían explicar la relación entre el tiempo pasado al aire libre y la estructura cerebral. Los investigadores realizaron cálculos estadísticos para examinar la influencia de la duración del sol, el número de horas de tiempo libre, la actividad física y la ingesta de líquidos en los resultados. Los cálculos revelaron que el tiempo que se pasaba al aire libre tenía un efecto positivo en el cerebro, independientemente de los demás factores que influían.
"Nuestros resultados muestran que nuestra estructura cerebral y nuestro estado de ánimo mejoran cuando pasamos tiempo al aire libre. Lo más probable es que esto también afecte a la concentración, la memoria de trabajo y la psique en su conjunto. Lo estamos investigando en un estudio en curso. A los sujetos también se les pide que resuelvan tareas cognitivas difíciles y que lleven numerosos sensores que miden la cantidad de luz a la que están expuestos durante el día, entre otros indicadores ambientales", dice Simone Kühn, jefa del Grupo Lise Meitner de Neurociencia Ambiental del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano y autora principal del estudio.
Especial importancia para el campo de la psiquiatría
Los resultados, por lo tanto, respaldan los efectos positivos que se suponía que tenía caminar sobre la salud y los amplían por los efectos positivos concretos sobre el cerebro. Dado que la mayoría de los trastornos psiquiátricos se asocian a déficits en el córtex prefrontal, esto es de especial importancia para el campo de la psiquiatría.
"Estos hallazgos proporcionan un apoyo neurocientífico para el tratamiento de los trastornos mentales. Los médicos podrían prescribir un paseo al aire libre como parte de la terapia, de forma similar a lo que es habitual en las curas de salud", afirma Anna Mascherek, becaria posdoctoral del Departamento de Psiquiatría y Psicoterapia del Centro Médico de Hamburgo-Eppendorf (UKE) y coautora del estudio.
En los estudios en curso, los investigadores también quieren comparar directamente los efectos de los entornos verdes frente a los espacios urbanos en el cerebro. Para saber dónde pasan exactamente el tiempo al aire libre los participantes en el estudio, los investigadores planean utilizar datos de GPS e incluir otros factores que puedan influir, como el ruido del tráfico y la contaminación atmosférica.
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