¿Llevamos el placer musical en los genes?
¿Tiene una base biológica nuestra capacidad para disfrutar de la música? Un estudio genético de gemelos, publicado en Nature Communications, demuestra que el placer por la música es en parte hereditario. Un equipo internacional dirigido por científicos de los Institutos Max Planck de Psicolingüística de Nimega (Países Bajos) y de Estética Empírica (MPIEA) de Fráncfort del Meno (Alemania) investigó cómo influyen los factores genéticos y ambientales en nuestro disfrute de la música.
La música desempeña un papel importante en las emociones humanas, los vínculos sociales y la expresión cultural. Pero no todo el mundo siente lo mismo. ¿Por qué, por ejemplo, algunas personas disfrutan más de la música que otras?
"La respuesta a esta gran pregunta tiene el potencial de abrir una ventana a aspectos más generales de la mente humana, como la forma en que las experiencias se vuelven placenteras", afirma el primer autor, Giacomo Bignardi, del Instituto Max Planck de Psicolingüística. "Queríamos entender si las diferencias genéticas entre individuos pueden dar lugar a diferencias en el placer que las personas obtienen de la música y qué pueden decirnos estas diferencias sobre la musicalidad humana en general".
Para determinar si los factores genéticos contribuyen al disfrute de la música o a la "sensibilidad a la recompensa musical", los investigadores utilizaron el diseño de gemelos, que compara las similitudes entre gemelos idénticos y gemelos fraternos. En pocas palabras, si los gemelos idénticos son más parecidos que los fraternos, la genética debería desempeñar un papel. En colaboración con el Instituto Karolinska de Suecia, el equipo pudo utilizar datos de más de 9.000 gemelos, incluida la recompensa musical autodeclarada y la sensibilidad general a la recompensa, así como su capacidad para percibir características musicales como el tono, la melodía y el ritmo.
Los resultados muestran que la capacidad de experimentar placer con la música es en parte hereditaria: utilizando el diseño de gemelos, los investigadores pudieron estimar que el 54 por ciento de la variabilidad en la muestra sueca está asociada a diferencias de ADN entre individuos. El equipo también descubrió que las influencias genéticas en la sensibilidad a la recompensa musical son en parte independientes de la sensibilidad general a la recompensa (no musical) y de las capacidades perceptivas musicales. Esto significa que las diferencias en el grado de recompensa que percibimos personalmente de la música no pueden explicarse únicamente por las diferencias individuales en nuestro sistema de recompensa humano general, sino que están determinadas en parte por influencias genéticas independientes. Además, el equipo descubrió que distintas vías genéticas influían en diferentes facetas del disfrute musical, como la regulación de las emociones, bailar al ritmo de la música o tocar con otras personas.
"Estos hallazgos dibujan un panorama complejo. Demuestran que nuestro disfrute de la música no depende únicamente de nuestra capacidad de percibir sonidos musicales o de sentir placer en general", afirma la autora principal Miriam Mosing, del MPIEA. "Más bien parece que hay factores genéticos y ambientales específicos que influyen en nuestra apreciación musical".
Aunque este estudio utilizó datos de gemelos suecos, el MPIEA, en colaboración con el Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano de Berlín (Alemania), ha fundado recientemente "Gertrud", el primer registro nacional de gemelos de Alemania. El objetivo de esta iniciativa es establecer en Alemania un recurso global para la investigación sobre la interacción entre genes y entorno que subyace a las diferencias individuales. Los gemelos interesados en contribuir a los avances científicos y participar en estudios de investigación están cordialmente invitados a inscribirse en www.gertrud.info.
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