Donar sangre salva vidas, pero ¿qué efectos a largo plazo tiene esta práctica en nuestro organismo?
Las donaciones frecuentes de sangre favorecen la regeneración de las células sanguíneas mediante la adaptación genética
Investigadores del Centro Alemán de Investigación Oncológica (DKFZ), el instituto de células madre HI-STEM y el Servicio de Donantes de sangre de la Cruz Roja Alemana, entre otros, han descubierto ahora que las donaciones frecuentes de sangre provocan adaptaciones genéticas en las células madre sanguíneas que favorecen la regeneración de las células sanguíneas.
Las células madre sanguíneas son verdaderos multitalentos: renuevan nuestra sangre y garantizan que siempre dispongamos de nuevos glóbulos rojos y blancos. A lo largo de la vida, los cambios genéticos se acumulan en las células madre individuales. Las células madre mutantes pueden crecer hasta convertirse en clones celulares más grandes, cuyas células portan todas la misma mutación y que pueden estar presentes de por vida. Este fenómeno se conoce como "hematopoyesis clonal" y se observa en más del diez por ciento de las personas mayores de 60 años y en más de la mitad de las personas mayores de 80 años. Con la edad, un proceso evolutivo puede hacer que determinados cambios genéticos se vuelvan más prevalentes en las células madre, dando lugar a clones de distintos tamaños. Algunas mutaciones no sólo aumentan el riesgo de cáncer de sangre, sino que también se asocian a un mayor riesgo de infarto de miocardio, ictus y enfermedades pulmonares y hepáticas.
Un equipo internacional de investigación del DKFZ, HI-STEM, el Instituto Francis Crick de Londres y el Servicio de Donantes de Sangre de la Cruz Roja alemana quería averiguar si la donación frecuente de sangre afecta a la frecuencia o el tipo de mutaciones que dan lugar a la hematopoyesis clonal. Para caracterizar el espectro de alteraciones del ADN, los investigadores secuenciaron los genomas de las células sanguíneas de un total de 429 donantes. Compararon donantes que habían donado sangre más de cien veces con personas de la misma edad que habían donado menos de diez veces.
El análisis demostró que prevalecen los clones con determinados cambios genéticos, sobre todo en los donantes frecuentes. Se trata de un grupo de mutaciones especiales en el gen DNMT3A. El DNMT3A interviene de forma crucial en el programa epigenético de la célula y, a través de su influencia en la actividad de los genes, garantiza que las células puedan adaptarse a condiciones cambiantes.
En una situación en la que el organismo necesita reponer la sangre perdida lo antes posible, las células mutadas tienen ventaja. Bajo la influencia de la hormona eritropoyetina (EPO), que se libera en mayores cantidades tras la pérdida de sangre y, por tanto, también tras una donación de sangre, las células con estas mutaciones DNMT3A pueden imponerse a otras células madre y acumularse. "Es como si el cuerpo se adaptara al reto y favoreciera determinadas variantes genéticas que le permiten afrontar mejor el estrés tras la donación de sangre y reponer más rápidamente las células sanguíneas perdidas", explica Darja Karpova (HI-STEM y DRK Blood Donation Service BaWü Hessen), primera autora del estudio.
¿Supone esto un riesgo para los donantes de sangre? Los investigadores dan el visto bueno. Estas mutaciones concretas no parecen alterar el equilibrio de la formación normal de sangre, sino que se limitan a mejorar el proceso de renovación sanguínea impulsado por la EPO tras la pérdida de sangre. A diferencia de otras mutaciones conocidas en las células sanguíneas, no hay pruebas de que estos cambios aumenten el riesgo de leucemia u otras enfermedades asociadas a la hematopoyesis clonal.
"Las donaciones frecuentes de sangre y la consiguiente estimulación de la producción de eritropoyetina desempeñan un papel central en la evolución clonal, que es impulsada por el estrés de la pérdida de sangre. Esto nos permite observar en tiempo real cómo las células de nuestro cuerpo se adaptan genéticamente de forma continua a los factores estresantes", resume Andreas Trumpp (DKFZ y HI-STEM), uno de los responsables del estudio, y añade: "Las donaciones de sangre salvan vidas, e incluso en el nivel molecular más profundo, no vemos indicios de un mayor riesgo para los donantes. Nuestro resultado confirma ahora décadas de observación clínica con datos moleculares".
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