Por qué las palabras son más difíciles de recordar a medida que envejecemos
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Los investigadores investigaron estas conexiones con la ayuda de dos grupos: los participantes más jóvenes del estudio, de entre 20 y 35 años, y los mayores, de entre 60 y 70 años. A ambos grupos se les pidió que nombraran palabras en el escáner de resonancia magnética que pertenecieran a determinadas categorías, como animales, metales o vehículos.
Quedó claro que ambos grupos de edad eran buenos para encontrar palabras. Sin embargo, los más jóvenes eran algo más rápidos. La razón de esto podría ser las diferentes actividades cerebrales. Por un lado, no sólo las áreas lingüísticas propias eran más activas en los más jóvenes. También mostraban un intercambio más intenso dentro de dos redes decisivas: la red de la memoria semántica, en la que se almacenan los conocimientos factuales, y la red ejecutiva, responsable de funciones generales como la atención y la memoria. Lo contrario ocurrió con las personas mayores. En este caso, las áreas ejecutivas mostraron una mayor actividad, lo que indica que la tarea era más difícil para estos individuos en general. Además, el intercambio dentro de las redes cruciales fue menos eficaz que en las personas más jóvenes. El grupo de mayor edad fue el que más se benefició del intercambio entre redes, pero éste se asocia a pérdidas. "La comunicación dentro de las redes neuronales es más eficaz y, por tanto, más rápida que entre ellas", explica Sandra Martin, estudiante de doctorado en el MPI CBS y primera autora del estudio subyacente, que ha aparecido ahora en la revista Cerebral Cortex.
Aún no se ha explicado del todo por qué estos patrones de actividad cambian con la edad. Una teoría, dice Martin, es que a medida que las personas envejecen, confían más en los conocimientos lingüísticos que tienen, por lo que los intercambios entre las redes entran en juego, mientras que las personas más jóvenes confían más en su memoria de trabajo rápida y en los procesos de control cognitivo. "A nivel estructural, también podría influir la pérdida de materia gris en el cerebro, que se compensa con el intercambio entre redes", dice Martin.
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