Un interruptor de apagado para la agresión
La conexión entre las regiones del cerebro se hace visible
© RUB, Marquard
El equipo dirigido por Pauline Bohne y la Prof. Dra. Melanie Mark informa de los resultados en el "Journal of Neuroscience".
La conexión entre las regiones del cerebro se hace visible
El equipo del RUB del grupo de Neurobiología del Comportamiento, junto con un colega de la Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universität Bonn, investigó un núcleo situado en las profundidades del cerebro, el núcleo del rafe dorsal. Tal y como demostró el trabajo, este núcleo envía fibras nerviosas que reaccionan al neurotransmisor serotonina al hipotálamo ventromedial. Los investigadores los hicieron visibles con sustancias trazadoras fluorescentes verdes.
La agresión se enciende y se apaga
En otros experimentos, los investigadores eliminaron el canal de calcio de tipo P/Q del núcleo del rafe dorsal en ratones macho. La actividad cerebral en este núcleo y en el hipotálamo ventromedial conectado aumentó, al igual que el comportamiento agresivo de los animales.
A continuación, los investigadores introdujeron un receptor modificado en las células del núcleo del rafe dorsal de los mismos animales mediante una modificación genética, en sustitución del canal de calcio de tipo P/Q eliminado anteriormente. Consiguieron inhibir el receptor modificado con una molécula química que no se da normalmente en los ratones. Con la ayuda de esta molécula, los investigadores pudieron reducir lentamente la actividad del receptor modificado y, por tanto, la actividad de las células nerviosas del núcleo del rafe dorsal. De este modo, silenciaron la señal de serotonina que el núcleo del rafe dorsal envía normalmente al hipotálamo ventromedial. De este modo, domesticaron a los ratones antes agresivos, que ahora volvieron a comportarse con normalidad.
La agresividad como concomitante de las enfermedades mentales
"El estudio demuestra que el canal de calcio de tipo P/Q desempeña un papel importante en el sistema de la serotonina para la agresividad", dice Pauline Bohne. "Es, por tanto, un punto de partida potencial para tratar el comportamiento violento". El comportamiento agresivo se observa cada vez más como un efecto secundario de las enfermedades mentales, como los trastornos de ansiedad, los trastornos del control de los impulsos o el trastorno bipolar infantil. "Las personas con este tipo de trastornos que se comportan de forma agresiva no sólo son un peligro para el personal de las clínicas, sino también para ellas mismas", afirma Melanie Mark. "A menudo el tratamiento de la agresión prolonga la estancia en la clínica y también los costes de la misma".
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