Las bacterias intestinales se relacionan con los patrones de sueño de los bebés
La relación entre el comportamiento del sueño y la flora intestinal ya está presente en la infancia
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Los investigadores también descubrieron que el sueño, las bacterias intestinales y la actividad cerebral coevolucionan dinámicamente durante el primer año de la infancia. En otras palabras, los bebés con un perfil diferente de bacterias en el intestino también tienen una actividad cerebral diferente durante el sueño. Los vínculos más fuertes se encuentran a la edad de 3 meses, señalando un periodo sensible.
Bebés observados en su entorno
Los resultados se obtuvieron a partir de un amplio estudio de cohorte longitudinal realizado en Suiza con 162 bebés. "En este "estudio de campo" participaron muchas personas, por ejemplo, nuestro equipo visitó a las familias, porque queríamos hacer un seguimiento del sueño de los niños en su entorno natural -en casa, en el cochecito, en el coche- y durante períodos de tiempo más largos. Esta es una de las ventajas de nuestro enfoque móvil, porque los estudios del sueño suelen limitarse a una sola noche de observación en el laboratorio del sueño", dice Salome Kurth.
Se observó a los niños en sus casas en tres momentos diferentes: 3 meses, 6 meses y 12 meses. En cada momento, se colocó un sensor de movimiento en el tobillo del bebé para controlar su sueño durante diez días. Al mismo tiempo, se pidió a los padres que llevaran un diario en el que anotaran el sueño de su hijo durante ese periodo, así como la hora de acostarse, los despertares nocturnos y también la conducta alimentaria y el llanto. También se pidió a los padres que tomaran muestras de heces para que los científicos pudieran identificar y caracterizar en el laboratorio la genómica de las bacterias intestinales de los niños según tres criterios: la diversidad, la madurez (la microbiota evoluciona a lo largo de la vida y especialmente en la infancia) y el enterotipo bacteriano (perfiles simplificados de las bacterias intestinales). Como paso adicional, los padres rellenaron cuestionarios para evaluar el estado de desarrollo conductual del niño en cinco ámbitos: comunicación, motricidad gruesa, motricidad fina, resolución de problemas y desarrollo social personal. El equipo de investigación visitó a unos 30 niños para realizar un registro del sueño nocturno con un electroencefalograma a los 6 meses de edad.
Objetivos prometedores para la intervención
"Estos resultados son especialmente interesantes porque demuestran que el sueño y la flora intestinal están relacionados con el desarrollo del comportamiento en los bebés. Y lo que es más importante, es posible mejorar el sueño mediante un entrenamiento específico para los padres y modificar la flora intestinal mediante cambios en la dieta. Estas son vías de intervención prometedoras en los casos en que el desarrollo del comportamiento es un problema", afirma Kurth. Sin embargo, es demasiado pronto para generalizar los resultados: los conocimientos de este estudio deben trasladarse a grupos clínicos para encontrar una aplicación eficaz.
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