Descifrada la causa del efecto yoyó

Las células adiposas almacenan recuerdos de la obesidad en su núcleo celular

20.11.2024
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Cualquiera que haya intentado deshacerse de unos kilos de más conoce la frustración: el peso baja al principio, para volver a subir en cuestión de semanas: el efecto yoyó ha hecho acto de presencia. Investigadores de la ETH de Zúrich han demostrado que todo se debe a la epigenética.

La epigenética es la parte de la genética que no se basa en la secuencia de los componentes genéticos, sino en pequeños marcadores químicos característicos de esos componentes. La secuencia de los componentes básicos ha evolucionado a lo largo del tiempo y todos los heredamos de nuestros padres. Los marcadores epigenéticos, en cambio, son más dinámicos: los factores ambientales, nuestros hábitos alimentarios y el estado de nuestro organismo -como la obesidad- pueden modificarlos a lo largo de la vida. Pero pueden permanecer estables durante muchos años, a veces décadas, y durante este tiempo desempeñan un papel clave a la hora de determinar qué genes están activos en nuestras células y cuáles no. "La epigenética le dice a una célula qué tipo de célula es y qué debe hacer", explica Laura Hinte, estudiante de doctorado del grupo dirigido por Ferdinand von Meyenn, catedrático de Nutrición y Epigenética Metabólica.

Una memoria epigenética de la obesidad

Los investigadores dirigidos por ambos y su colega Daniel Castellano Castillo, antiguo postdoctorando en el grupo de von Meyenn, buscaron las causas moleculares del efecto yo-yo en ratones. Analizaron células adiposas de ratones con sobrepeso y de aquellos que habían perdido su exceso de peso haciendo dieta. Sus investigaciones revelaron que la obesidad provoca cambios epigenéticos característicos en el núcleo de las células adiposas. Lo especial de estos cambios es que permanecen incluso después de una dieta. "Las células adiposas recuerdan el estado de sobrepeso y pueden volver a él más fácilmente", afirma von Meyenn. Los científicos pudieron demostrar que los ratones con estos marcadores epigenéticos recuperaban peso más rápidamente cuando volvían a tener acceso a una dieta rica en grasas. "Eso significa que hemos encontrado una base molecular para el efecto yo-yo".

También hallaron pruebas de este mecanismo en humanos. Los investigadores de la ETH de Zúrich analizaron biopsias de tejido adiposo de personas con sobrepeso que se habían sometido a cirugía de reducción de estómago o bypass gástrico. Las muestras de tejido procedían de diversos estudios realizados en el Karolinska Institutet de Estocolmo y en hospitales de Leipzig, Dresde y Karlsruhe. En estas muestras, los investigadores analizaron la expresión génica en lugar de marcadores epigenéticos. Sin embargo, los resultados coinciden con los de los ratones. Los investigadores informan de su trabajo en el último número de la revista externa Nature.

La prevención es la clave

Algo que los investigadores no habían investigado es cuánto tiempo pueden recordar las células grasas la obesidad. "Las células grasas son células longevas. De media, viven diez años antes de que nuestro cuerpo las sustituya por células nuevas", afirma Hinte.

Actualmente no es posible cambiar las marcas epigenéticas relevantes en el núcleo celular con fármacos y borrar así la memoria epigenética. "Quizá eso sea algo que podamos hacer en el futuro", afirma Hinte. "Pero de momento, tenemos que vivir con este efecto memoria". Von Meyenn añade: "Precisamente por este efecto memoria es tan importante evitar el sobrepeso en primer lugar. Porque es la forma más sencilla de combatir el fenómeno yo-yo". Los investigadores dirigen este mensaje sobre todo a niños y jóvenes y a sus padres.

Con su trabajo, los investigadores de la ETH han demostrado por primera vez que las células adiposas poseen una memoria epigenética de la obesidad. Sin embargo, no dan por sentado que las células grasas sean las únicas con dicha memoria. "Otras células del cuerpo también podrían desempeñar un papel en el efecto yo-yo", afirma von Meyenn. Es bastante concebible que las células del cerebro, los vasos sanguíneos u otros órganos también recuerden la obesidad y contribuyan al efecto. Los investigadores quieren averiguar si esto es así.

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