Un circuito cerebral que te quita el apetito

Células nerviosas especializadas del cerebro inhiben la ingesta de alimentos durante las náuseas

04.04.2024
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La saciedad, las náuseas o la ansiedad pueden provocar una pérdida de apetito. Retrasar la ingesta de alimentos puede ser una medida saludable del organismo para evitar daños mayores y ganar tiempo para regenerarse. Investigadores del Instituto Max Planck de Inteligencia Biológica han identificado el circuito cerebral que impide a los ratones comer cuando sienten náuseas. El papel decisivo lo desempeñan unas células nerviosas especiales de la amígdala, una región del cerebro que interviene cuando las emociones se disparan. Estas células se activan durante las náuseas y emiten señales que suprimen el apetito. Los resultados ponen de manifiesto la complejidad de la regulación del comportamiento alimentario, ya que la pérdida de apetito durante las náuseas está controlada por circuitos distintos a los de la saciedad.

© MPI für biologische Intelligenz / Christina Bielmeier

Este Sketchnote resume las conclusiones más importantes del nuevo documento.

Un examen próximo, un viaje en barco por alta mar o el próximo germen en la guardería tienen algo en común: pueden revolvernos el estómago. El estrés, el mareo o ciertas infecciones pueden hacernos sentir mal. Parece lógico que no comamos en estas circunstancias y esperemos a que la situación mejore. Como resultado, las náuseas y la disminución del apetito suelen ir de la mano. ¿O alguna vez te has sentido mal y al mismo tiempo con muchas ganas de comer?

Lo que parece lógico es un mecanismo de defensa saludable de nuestro cuerpo, pero primero tiene que activarse. Está claro que el cerebro desempeña un papel fundamental en esto: es el centro de control del equilibrio energético del cuerpo y regula el comportamiento alimentario.

Entonces, ¿cómo evita el cerebro que comamos cuando nos sentimos mal? Los investigadores del departamento de Rüdiger Klein han obtenido nuevos conocimientos sobre este tema en ratones. Se centraron en la amígdala, una región del cerebro que regula las emociones, también las relacionadas con la alimentación. Contiene neuronas que promueven la alimentación y otras que inhiben el apetito. Por ejemplo, un tipo de célula inhibidora conocida se activa cuando estamos llenos, pero no se sabe bien cómo funciona en el caso de las náuseas.

Wenyu Ding, primer autor del nuevo estudio, ha descubierto ahora otro grupo celular en la amígdala que influye negativamente en el apetito. A diferencia del tipo celular conocido hasta ahora, estas células no se activan con la saciedad, sino cuando se sienten náuseas. Cuando los investigadores activaron artificialmente estas células, incluso los ratones hambrientos dejaron de comer. Por el contrario, al desactivarlas, los ratones comían incluso cuando se sentían mal.

Para entender mejor cómo ejerce este tipo de células su función supresora del apetito, los investigadores analizaron el circuito subyacente: ¿de dónde obtienen las células su información y a qué células y áreas cerebrales envían sus proyecciones? El resultado fue el siguiente: Cuando un ratón se siente mal, esta información llega al cerebro y finalmente a la amígdala. Allí, el nuevo tipo de célula se activa y envía sus señales inhibitorias a regiones cerebrales distantes, incluido el llamado núcleo parabraquial, una región del tronco cerebral que recibe mucha información sobre el estado interno del cuerpo.

Esto contrasta con el circuito del tipo celular conocido anteriormente, que interactúa principalmente con las células vecinas dentro de la amígdala. Queda claro que la pérdida de apetito durante la saciedad no es lo mismo que la pérdida de apetito durante las náuseas. En el cerebro, diferentes células y circuitos son responsables de ello: un asunto complicado y quizá un pequeño consuelo la próxima vez que nos sintamos mal.

Y lo que es más importante, el nuevo estudio aporta importantes conocimientos sobre cómo el cerebro y la amígdala en particular regulan la conducta alimentaria. Se trata de un requisito previo para comprender mejor las numerosas enfermedades asociadas a una conducta alimentaria desregulada en los seres humanos.

Nota: Este artículo ha sido traducido utilizando un sistema informático sin intervención humana. LUMITOS ofrece estas traducciones automáticas para presentar una gama más amplia de noticias de actualidad. Como este artículo ha sido traducido con traducción automática, es posible que contenga errores de vocabulario, sintaxis o gramática. El artículo original en Inglés se puede encontrar aquí.

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