Mensajeros del intestino al cerebro
Visto por primera vez: Células T que viajan desde el intestino y la piel hasta el sistema nervioso central
Magdalena Jooss / TUM
Se cree que el vínculo entre el microbioma intestinal y el SNC, conocido como eje intestino-cerebro (GBA), es responsable de muchas cosas: el peso corporal de una persona, las enfermedades autoinmunes, la depresión, las enfermedades mentales y la enfermedad de Alzheimer. Investigadores de la Universidad Técnica de Múnich (TUM) y del Hospital Universitario LMU de Múnich han conseguido hacer visible por primera vez esta conexión. Es un motivo de esperanza, por ejemplo para los enfermos de esclerosis múltiple. Puede ofrecer formas de adaptar los tratamientos, y las células T podrían tal vez modificarse antes de llegar al cerebro.
Migración de células inmunitarias en la EM
El sistema inmunitario se ve afectado por factores ambientales, también en el sistema nervioso central en el caso de los pacientes de EM. Esta enfermedad autoinmune está sujeta a repetidos brotes, experimentados por los pacientes como la mejora o el empeoramiento de su condición. Las células T recogen información y, en los pacientes con EM, la llevan al sistema nervioso central (en el cerebro o la médula espinal), donde se desencadena una respuesta inmunitaria. Sin embargo, hasta ahora se desconocía cómo y desde dónde viajaban las células T al SNC.
Utilización de luz violeta para rastrear las células T marcadas
El equipo que trabaja con Thomas Korn, profesor de neuroinmunología experimental en la TUM, ha desarrollado un método para marcar las células inmunitarias en ratones utilizando proteínas fotoconvertibles. A continuación, las células T pueden hacerse visibles con luz violeta. Los investigadores probaron con éxito este método con el modelo de ratón en los ganglios linfáticos, tanto en el intestino como en la piel. Pudieron seguir el movimiento de las células T desde esas localizaciones hasta el sistema nervioso central.
Las características de las células T revelan su origen
Las células T de la piel migraron a la materia gris y blanca del SNC, mientras que casi todas las células T del intestino acabaron en la materia blanca. En el caso de las células T del cerebro, aún era posible determinar su origen. "Lo que hace que estos conocimientos sean tan importantes es que demuestran por primera vez que las influencias ambientales afectan a las células T de los ganglios linfáticos del intestino y la piel, que luego llevan esta información a los órganos distantes", afirma el profesor Thomas Korn. "Las características de las células T son lo suficientemente estables como para que podamos determinar si las respuestas inmunitarias están influenciadas por las células T de la piel o del intestino", añade el Dr. Eduardo Beltrán, investigador de la LMU, que realizó los análisis bioinformáticos en este estudio.
Punto de partida para futuros tratamientos
Una idea importante para los pacientes de EM: "Si se supiera que las células del intestino o de la piel son la causa, las células T podrían ser tratadas en el origen de la enfermedad y se podrían hacer predicciones sobre el progreso de la inflamación crónica y la condición autoinmune", dice el primer autor Michael Hiltensperger. Los resultados del estudio también podrían suponer un avance para la investigación de otras enfermedades autoinmunes o del cáncer.
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