Los métodos optogenéticos devuelven la visión parcial a un paciente ciego
Hito hacia una terapia génica que podría restaurar la visión
IOB
Los resultados del ensayo clínico muestran por primera vez que los métodos optogenéticos pueden restaurar parcialmente la visión en un paciente humano ciego. El logro marca un hito hacia el desarrollo de terapias independientes de las mutaciones para las enfermedades hereditarias de los fotorreceptores. Lo ha publicado en Nature Medicine un equipo de investigación internacional dirigido por José-Alain Sahel y Botond Roska, que incluye a miembros del Institut de la Vision y del Hôpital National des Quinze-Vingts de París, la Universidad de Pittsburgh, el Instituto de Oftalmología Molecular y Clínica de Basilea (IOB), StreetLab y GenSight Biologics (Euronext: SIGHT).
"Permitir que un paciente recupere la visión parcial mediante optogenética no podría haber ocurrido sin el compromiso del paciente, los esfuerzos de nuestro equipo multidisciplinar en el Institut de la Vision y GenSight, y la larga colaboración con Botond Roska, que estuvo en el origen y el núcleo de todo este proyecto", dice el primer autor y corresponsal José-Alain Sahel, distinguido profesor y presidente de Oftalmología de la Universidad de Pittsburgh, profesor de la Universidad de la Sorbona y del Hôpital National des Quinze-Vingts, y director fundador del Institut de la Vision.
"Los resultados proporcionan una prueba de concepto de que es posible utilizar la terapia optogenética para restaurar parcialmente la visión", afirma el último autor, Botond Roska, director fundador del IOB y profesor de la Universidad de Basilea.
La optogenética consiste en alterar genéticamente las células para que produzcan unas proteínas sensibles a la luz llamadas canalrodopsinas. La técnica tiene casi 20 años de historia en la neurociencia pero, hasta ahora, no se había demostrado el beneficio clínico de la optogenética. Una colaboración entre los equipos de José-Alain Sahel y Botond Roska culminó en los hallazgos que reflejan 13 años de esfuerzo multidisciplinar.
El objetivo de la investigación es tratar las enfermedades hereditarias de los fotorreceptores, que son causas generalizadas de ceguera humana. Los fotorreceptores son células de la retina que detectan la luz y utilizan unas proteínas llamadas opsinas para transmitir la información visual al cerebro a través del nervio óptico. Los fotorreceptores se degeneran progresivamente y entonces aparece la ceguera. Para restablecer la capacidad de detección de la luz, el equipo utiliza métodos de terapia génica para suministrar canalrodopsinas a las células ganglionares de la retina.
En el estudio actual, el equipo administró el gen que codifica una canalrodopsina llamada ChrimsonR. Esta proteína en particular detecta la luz ámbar, que es más segura para las células de la retina que la luz azul utilizada en otros tipos de investigación optogenética. El equipo también desarrolló unas gafas especializadas equipadas con una cámara que capta y proyecta imágenes visuales en la retina a longitudes de onda de luz ámbar.
El entrenamiento con las gafas comenzó casi cinco meses después de la inyección, dando así tiempo a que la expresión de ChrimsonR se estabilizara en las células ganglionares. Siete meses después, el paciente empezó a dar señales de mejora visual.
Los resultados de las pruebas mostraron que podía localizar, tocar y contar objetos en una mesa blanca colocada frente a él, pero sólo con la ayuda de las gafas. Sin las gafas, era incapaz de realizar estos ejercicios. Una de las pruebas consistía en percibir, localizar y luego tocar un cuaderno grande o una caja de grapas más pequeña. El paciente tocó el cuaderno durante 36 de 39 evaluaciones distintas (en otras palabras, el 92% de las veces), pero sólo pudo elegir la caja de grapas más pequeña el 36% de las veces. En una segunda prueba, el sujeto contó correctamente los vasos de cristal sobre la mesa el 63% de las veces.
En una tercera prueba, el sujeto llevaba un gorro de cráneo con electrodos que tomaban lecturas de electroencefalografía (EEG) no invasivas de su actividad cerebral. Se ponía o quitaba un vaso alternativamente y el sujeto tenía que pulsar un botón que indicaba si estaba presente o ausente. Es importante destacar que las lecturas del EEG mostraron que los cambios correlativos en la actividad durante esta prueba se concentraban en la corteza visual.
El equipo también entrenó un decodificador de software para evaluar las lecturas del EEG. Simplemente midiendo la actividad neuronal, el decodificador podía decir con un 78% de precisión si el vaso estaba presente o no en un ensayo determinado. Esta última evaluación, dice Roska, ayudó a confirmar que la actividad cerebral está efectivamente relacionada con un objeto visual, y "por tanto, que la retina ya no es ciega".
"Es importante que los pacientes ciegos con diferentes tipos de enfermedades neurodegenerativas de los fotorreceptores y un nervio óptico funcional sean potencialmente elegibles para el tratamiento. Sin embargo, pasará tiempo hasta que esta terapia pueda ofrecerse a los pacientes", comentó Sahel.
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